sábado, 31 de octubre de 2009

El mundo que conoceis se termina y se reinicia a cada instante. Cada día una especie se extingue, otra evoluciona, y descubrimos que aquella que creímos desaparecida vuelve a aparecer. Los continentes se alejan y aproximan entre sí, cambiando la forma del mapa mundi casi imperceptible pero pemanentemente todo el tiempo. Cada segundo muere alguien y nace alguien, y la humanidad continúa con su mandato divino de crecer y multiplicarse. Los muros caen, otros se levantan, el pensamiento evoluciona, la vida continúa generación tras generación, llamamos mundo a la epidermis de la tierra, pero el mundo es mucho más que lo que vemos. La vida es energía y la energía no se destruye solo se transforma. De semilla a árbol, de árbol a flor, de flor a fruto y de fruto nuevamente a semilla. El planeta tierra puede sufrir una explosión nuclear, una devastación de la ecología y de vuestra maldita biodiversidad, o un choque de un meteorito, o que se apague vuestro sol, pero mientras el infierno exista en mi y así lo permita, la inteligencia de la humanidad, encontrará alternativas de vida, siempre.

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